domingo, 25 de febrero de 2007

Un día de agosto de 1619...

en las playas de Virginia, E.E.U.U., desembarcaron los primeros esclavos provenientes de la costa oeste de África, para trabajar en los campos de algodón, en pleno régimen de esclavitud. Arrebatados de su tierra, portando solo el único tesoro que podian llevar consigo: su folckore traducido en canciones en las que explicaban sus emociones, sentimientos y esa tristeza de estar tan lejos de casa.

A los cautivos africanos que se desangraban en esas plantaciones de algodón tabaco y maíz les habían quitado la libertado, pero jamás pudieron arrebatarles las costumbres: la danza y el baile.

Aparte de las canciones religiosas, entonadas para solicitarle favores a las deidades, existía un rico repertorio de canciones paganas. Al principio se entonaban en bantú, fon, yoruba y otras lenguas y dialectos de África; luego, cuando los esclavos incorporaron la lengua del colonizador, los cantos comenzaron a decirse en inglés. Pronto esa música, viva y primordialmente rítmica, fue el fondo de una serie de temas que dieron cuenta de los infortunios por los que pasaba el esclavo en el infierno de las plantaciones. Eran los llamados work songs (cantos de trabajo), canciones improvisadas durante la faena. Una voz entonaba un verso, que de inmediato el resto repetía a coro. Se puede decir que es la primera manifestación musical del negro en América.